Si en un principio a los adultos el término “pandemia” nos pareció extraño, para los niños y las niñas ha sido un desafío aun mayor entenderlo. El pensamiento mágico en la etapa escolar con relación a este suceso adquiere, por momentos, un significado amenazante e intimidador, pero con una buena orientación e información puede convertirse en un reto para la imaginación y, de tal forma, ser un factor sanador y solucionador.
Para el niño y la niña es difícil entender por qué no pueden salir de la casa como antes. Además, observar a todo el mundo portando mascarillas o tapabocas puede producirles miedo, pues el rostro oculto de las personas se les vuelve incomprensible. Por ello es necesario que los adultos entiendan e interpreten las vivencias de los niños y las niñas, junto a las sensaciones y sentimientos que éstas les producen, en estos tiempos de pandemia.
El primer paso es darles la oportunidad de expresar sus pensamientos sobre lo que creen y sienten acerca de lo que está sucediendo actualmente: permítanles que hablen y expliquen su sentir. Si encuentran dificultades para expresarse sobre lo que está pasando verbalmente, el dibujo puede ser un gran aliado, no sólo para entender lo que están sintiendo sino también para ayudarles a descargar simbólicamente la tensión psicológica que estas circunstancias pueden haber producido en ellos.
En un momento de tranquilidad y juego en casa, pídales que dibujen la pandemia y facilíteles papel, lápiz y colores. Cuando hayan terminado el dibujo, anímelos a contar qué piensan de su propia creación. Frecuentemente, algunos niños y niñas hablan y explican espontáneamente sus dibujos, pero si no lo hacen, pregúntenles en el siguiente orden: empiece por el qué (“¿Qué es esto?”), siga con el dónde (“¿Dónde toma lugar?”), continúe con el cuándo (“¿Cuándo te imaginas que pasó esto?”) y finalice con preguntas acerca de la finalidad (“¿Para qué dibujaste esto? ¿Por qué dibujaste esto?”). Con seguridad, se sorprenderán de todo lo que puede pensar un niño y de su capacidad para expresarlo.
Con frecuencia, en estas respuestas ellos encuentran la manera de manifestar sus temores, en ocasiones sus tristezas, e incluso a veces llegar a desahogarse mediante el llanto. Permítales que expresen estos sentimientos y valídeselos, es decir, hágales saber que es normal lo que están sintiendo, que está muy bien que lo expresen, que estas circunstancias pueden producir temores y tristeza. Acompáñelos desde la empatía y el reconocimiento de sus sentimientos, guiándolos así hacia la tranquilidad. Escuche las soluciones mágicas o fantasiosas que ellos inventan para superar este momento, fomentando así su creatividad y proporcionando un alivio emocional. Y, por último, aproveche el momento para informarlos, pues a ellos también les interesa saber qué está pasando, dónde, cuándo, el por qué y el para qué de lo que está ocurriendo.
Se sugiere:
1. Definir con ellos unos horarios o rutinas concretas: tiempo para levantarse, vestirse, desayunar, estudiar, jugar, etc.
2. Tener espacios de juego con diferentes miembros de la familia: los hermanos, los padres, las madres y cuidadores.
3. Los padres, madres o cuidadores deben estar totalmente presentes en los momentos de compartir tiempo con el niño y la niña, lejos de dispositivos electrónicos o distractores.
4. Validar las emociones, reconocer si sienten miedo o si están tristes y ayudarles a expresarse. Pregúntenles cómo se sienten, qué piensan y explíqueles lo que están viviendo de una manera tranquila y segura (para esto, apóyese en la información de páginas oficiales de la administración de salud, la UNICEF, entre otras).
5. Para poder acompañar y apoyar a los niños y las niñas, el adulto debe ocuparse primero de él mismo y entender lo que está sucediendo y sus sentimientos y pensamientos al respecto. Así les pueden transmitir información clara, lo que se traduce en tranquilidad y esperanza.
6. Aprovechar el tiempo en casa para estar más con ellos, cocinar con ellos, jugar con ellos, conocerlos y permitirles que los conozcan más a ustedes. Explíquenles que lo que está sucediendo es algo temporal y no durará para siempre.
7. Si tienen acceso a recursos digitales, ayúdelos a conectarse para hablar con personas significativas de su entorno.
8. El afecto, el buen humor, el juego, la lectura son los mejores aliados en este proceso de acompañamiento y cuidado.